Una anécdota graciosa e instructiva habla de un oficial de policía que es llamado por unos vecinos, preocupados por tremendos gritos en una de las casas del barrio.

Al acercarse a la puerta principal, el oficial escucha gritos desde la casa y ve como un televisor es arrojado por la ventana de la segunda planta, que se estrella a sus pies. En ese momento, en lugar de enojarse y aumentar la tensión, el agente llama a la puerta principal y una voz masculina enojada responde: «¿Quién es?». La oficial grita de nuevo,” ¡Servicio de reparación de TV”!

Esta salida de humor hizo reír al hombre, ayudando a calmar un poco los ánimos. Finalmente, el oficial pudo ingresar a la casa con más seguridad.

En una situación tensa, una broma puede aliviar el estado anímico y poner los sentimientos en perspectiva. Uno no puede reírse y ponerse nervioso al mismo tiempo. Si te sientes enojado y no estás seguro de por qué, trata de encontrar la faceta cómica en esa situación. Por otra parte, es totalmente contraproducente hacer bromas a costa de otros, pronunciando palabras que pueden herir sus sentimientos.

Siempre es una buena idea no tomarse a uno mismo demasiado en serio. Ser capaz de reírse de sí mismo ayuda a evitar la ansiedad y la ira.