Hay una escena en la serie de los Simpson en la cual la esposa le dice a Homero:

– “Homero, estos niños se alejarán un día del hogar y te arrepentirás de no haber estado más tiempo con ellos”.

– “Ese es un problema para un futuro Homero, no envidio a ese hombre”, le contesta.

La salida de Homero responde a la tendencia bastante universal de lo que se da en llamar procrastinación, del latín procrastinare, que significa postergar para más tarde en vez de actuar en el aquí y ahora.

Es el popular “dejar para mañana”, “cuando tenga tiempo”, “cuando tenga dinero”, y otras excusas por el estilo para no hacer de inmediato lo más relevante en cuanto a propósito y metas de vida ¿Quién no encuentra justificaciones para no cumplir con deseos nobles como practicar un deporte o hacerse un chequeo médico? ¿Quién es inmune a la tentación ocasional de zafar en vez de confrontarse con una situación difícil?

Se trata sin duda de una forma de autoengaño, al dejarnos atraer por distracciones y pasatiempos que gratifican en el momento pero que a la larga nos sacan de foco de lo esencial en la vida. Ello se agudiza particularmente en nuestro tiempo por la súper oferta de entretenimientos casi adictivos de la era digital.

¿Suena familiar?

“Todo lo que halle tu poder para hacer en tu vigor, haz…”

Eclesiastés 9:10

Por lo visto nadie está a salvo de este vicio. Famosos personajes de la historia también pecaron en este sentido. Walter Isaacson escribe en su libro Leonardo da Vinci, La biografía: “La evidencia más obvia que él fue humano en vez de ser súper humano es la reguera de proyectos inconclusos”.

La experiencia indica que cada uno de nosotros en su escala está incluido en la generalidad de la ley de la postergación.

Parecería que no nos damos cuenta que el tiempo es un recurso limitado, finito, y como decía Randy Pauch en su famosa “Ultima Conferencia”: “El tiempo es todo lo que tienes, y algún día descubrirás que tienes menos de lo que piensas”.

La Kabalá se refiere a este mundo en que vivimos como el “mundo de la acción”, o sea que es el mismo que podemos actuar y realizar nuestra misión. Cada día es una oportunidad única e irrepetible. ¡El tiempo es oro! Tratemos entonces de optimizarlo.