Hay un famoso dicho anglosajón que dice que no se puede enseñar trucos nuevos a un perro viejo. Sin embargo, hoy en día se está desmitificando este concepto, y se demuestra que aún una mascota es capaz de adquirir nuevas habilidades a pesar de envejecer.

Tal como lo señala la investigación actual en neurociencias, afortunadamente es cierto que cambios de pensamientos y de comportamientos son posibles. La misma da cuenta del fenómeno llamado neuroplasticidad, que es la capacidad que tienen nuestro cerebro de formar y reformar redes neuronales, es decir, la habilidad de moldearse con el aprendizaje.

Antiguamente se creía que las conexiones que se formaban durante nuestro crecimiento quedaban estáticas. Esta función de nuestra mente hace que podamos modificar patrones de conducta que van en detrimento de nuestro bienestar físico y emocional. Se ha demostrado, por ejemplo, que caminar al menos tres horas por semana puede mejorar la cantidad de neuronas y la cantidad de conexiones entre ellas, ya que aumenta el flujo de sangre al cerebro. Realizar una pausa relajante algunos minutos diarios, por ejemplo, permite desarrollar la parte de la corteza prefrontal derecha del cerebro, cultivar emociones positivas y recargar energía.

Lo más indicado es crear nuevos hábitos más alineados con nuestro carácter, nuestra forma de pensar, con el fluir de nuestro trabajo y con las necesidades de nuestro cuerpo.

En otras palabras, nunca es tarde para re-crearnos, desterrar hábitos nocivos y adoptar unos nuevos que juegan a nuestro favor.